miércoles, 26 de marzo de 2008

Antes.

Miro el semáforo de la calle transversal en vez de mirar el de mi calle para saber antes cuándo puedo cruzar. Saco las llaves antes de llegar a la puerta de mi casa. Saco las monedas antes de llegar a la parada. Saco las servilletas del mostrador antes de que me sirvan el helado. Le pongo la lechuga, el tomate y la mostaza al pan antes de que esté lista la hamburguesa. Soy impuntual porque llego antes de la hora acordada. Este síndrome de anticipación será para preocuparse?
No me vengan con eso de que “pre-ocuparse” bla, bla, bla.
Lo aclaro “antes” por las dudas.
No puedo parar!

jueves, 20 de marzo de 2008

De pelos!

La depiladora me contó que ella sabe cuando va a llover poqrue le pica la herida de las siete cesáreas que le hicieron, y también la de la otra operación, pero sobre todo porque le duele la muñeca quebrada que nunca se curó del todo. También me contó de una nena de once años que lloraba como loca y no permitía que le quitase la cera de la pierna porque le dolía mucho. Ella pensó en un momento que iban a tener que llevarla al hospital porque cuando la cera se endurece del todo no hay manera de sacarla. La que quería que la nena se depilara era la madre, que no tiene un pelo de tonta porque se los saca todos.
Ah, la nieta de la depiladora, que ya tiene ocho años, se depila toda.

domingo, 16 de marzo de 2008

Agua que no has de beber... no la dejes correr!

De repente, como a propósito, todas las canillas de mi casa empezaron a gotear. Plic, plic, plooc, plic, plic. Es un concierto de gotas suicidas que me machaca la cabeza día y noche. Parece que son los cueritos que están muy viejos. Pero atención, no es lo mismo que una canilla gotee en el 2008 que si goteaba en 1963. La conciencia socioecológica está exacerbada, y para mí es como si cada gota fuera un niño que muere de sed, como un lago que se seca para siempre, un glaciar que se evapora y un mar que se chupa la arena. Dicen que el agua es abundancia, pero por ahora lo que bunda en mí son inconvenientes derivados de tan preciado tesoro natural. Mis canillas se desangraban ante mis oídos y yo no pude más que poner los cacharros que tenía a mano para acumular esa hemorragia acuática. Al día siguiente el balde que estaba bajo la canilla de la bañadera estaba casi rebalsando. Decidí usar ese agua para regar mis plantas. Tomé la manija del balde, sintiendo que había una esperanza para el mundo y para nuestra especie, que es cuestión de tomar conciencia y actuar en consecuencia... Pero cuando el balde estaba a unos cuarenta centímetros del piso, la manija se desprendió de un costado, y el agua se volcó toda. Las gotas unidas formaron una catarata escapista. El plic, plic, plic, fue un fusshhhh. Y yo ahí sin poder hacer nada, con el balde colgando en la mano mirando cómo se escucrría por la rejilla el agua y la esperanza para el mundo y para nuestra especie.

lunes, 10 de marzo de 2008

El tiempo pasa, nos vamos poniendo marzo.

Las notas sobre el comienzo de clases. Ya sea ponderando el esfuerzo de alumnos y maestros por llegar caminando a la escuelita rural o el testimonio del nene que empieza primer grado.
Los primeros partidos del campeonato de fútbol y algún titular de algún equipo que “arrancó con todo”.
De pronto otra vez hay medias para lavar. Y la ropa vuelve a tener bolsillos.
Las constantes lluvias que van barriendo el calor hacia el deadline del veintinuno.
La resignación en la calle porque todo sigue igual y el verano no le cambió la vida a nadie.
El horizonte de semana santa cada vez más cerca, los huevos de Pascua en las panaderías, el cartel de vuelta al cole en librerías y zapaterías.
Las revistas con la colección de otoño-invierno en los kioscos.
Los saldos de la ropa veraniega que nadie se llevó y que alguno se compra para el año que viene porque después de dos meses viéndola en todos lados se convence de que le gusta...

La sensación de que todo vuelve a repetirse. Y la euforia estival muta hacia una otoñal introspección.

lunes, 3 de marzo de 2008

Por la negra.

Cuando ganamos un partido de pool porque nuestro contrincante mete la negra por error, es un partido ganado, pero es una victoria que a mí me deja como un sabor a nada y hasta con cierta bronca. No somos los autores materiales de nuestro triunfo, no ganamos porque metimos todas las nuestras y por último la negra en la tronera correspondiente, ganamos por la impericia del otro. Toda nuestra estrategia de juego queda cortada abruptamente, la revancha que queríamos para meter esa que no entró en el último tiro nos es quitada porque se terminó el partido. Es injusto.