Retiro lo dicho.
viernes, 21 de marzo de 2014
Dicho y hecho.
domingo, 12 de enero de 2014
Coto no me conoce.
Voy a Coto y en el cajón de las limas, el cartel decía “limones para caipirinha”. ¿What?
O sea, ¿todos los posibles usos de la lima quedaron reducidos a uno porque Coto nos conoce y sabe que la vamos a usar para la caipirinha? Me indigné en nombre de todas las limas del mundo y en nombre de la individualidad de cada uno de darle a la lima el uso que se le pegue la regalada gana. A pesar de que llevé limas para el guacamole, según el ticket llevé "limones para caipirinha". En fin, si seguimos así, me pregunto cuánto faltará para que en Coto las chocolinas pasen a llamarse “galletitas para chocotorta”.
martes, 14 de agosto de 2012
Blanco.
jueves, 16 de febrero de 2012
Febrero, evaporate.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Vivir para contarlo.
“Mi hijo se tiró un pedo!”. “Feliz con mi cafetera poronga!”. “El gasista me clavó y perdí toda la mañana!”…
Es un tema remanido y hasta retro observar el comportamiento de las personas en las redes sociales, además no se puede mirar de afuera estando adentro. Así que probablemente mi reflexión sea una batata. Pero últimamente tengo la sensación de que ahora se vive todo para contarlo, y que la experiencia de contarlo, de mostrarlo, es más importante que la experiencia de vivirlo.
Fui a un recital y la mitad de los espectadores con sus smartphones en alto grabando lo que pasaba para subirlo a su muro, en lugar de ver (vivir, disfrutar), grababan para contarlo, para mostrar a otros la experiencia que tuvieron (a medias porque se la pasaron grabando!).
En fin, terminé de leer “Los tipos duros no bailan” de Norman Mailer, es atroz, intenso, macabro y atrapante. Me puse a leer sobre él y me sentí identificada con algo que dijo en una entrevista (les debo la cita precisa):
“Conforme envejezco, me vuelvo cada vez más pesimista sobre la naturaleza humana. Creo que todos somos asesinos. Sabes, creo que todos tenemos dentro un asesinato y un suicidio. Y en la mayoría de las personas, al ser civilizadas, no sale a flote ninguno de ambos”.
Say no more!
sábado, 20 de agosto de 2011
"Tomo menos".
Mis amigas son tan buena onda con los mozos y mozas de todos los lugares a los que vamos, que yo siempre quedo como la ortiba que se queja por todo. El colmo fue la otra noche cuando la moza de un restaurante nos tenía que traer dos cortados chiquitos y uno en jarrito. No era taaaaan difícil de acordarse: dos chiquitos y uno en jarrito. Se ve que era tarde, la pobre ya estaba cansada, o estaba con la cabeza en otra cosa y nos trajo dos en jarrito y uno chiquito. Por mi cara se debe haber dado cuenta que había traído mal los cafés, pero mi amiga que había pedido chiquito y recibió jarrito, para que la moza no se ponga mal le dijo: no te preocupes, dejámelo y “tomo menos”. Genial.
Igual todos estos entreveros suceden porque alguien hace pocos años decidió que el cortado podía venir en dos tamaños…
viernes, 12 de agosto de 2011
"Yo no miro tele"...
Quién no ha escuchado esta frase en alguna reunión un sábado a la noche, en la cola del pago fácil o mismo en un encare de bar? Siempre es dicha con orgullo, casi como una declaración de principios, como si por no ver tele alguien fuera mejor, más inteligente o superior a “la gilada”. Para mí, no mirar la tele forma parte de las costumbres de una persona, no algo que le da chapa de capo. Pero demonizar la televisión queda bien, es más, en ciertos círculos confesar que uno mira la tele es casi pecaminoso… Porque se le suele endilgar a la televisión el bajo nivel cultural, la precarización del lenguaje, la escalada de violencia, la proliferación de lo chabacano, etc, etc, etc. Siempre me pareció una paparruchada culpar a la televisión de algo que sucede en la sociedad porque siempre creí, y sigo creyendo, que la televisión en todo caso es un rebote de lo que es la sociedad y nunca al revés.
Yo tuve la suerte de cruzarme en la vida con la gran maestra María Inés Andrés y aprendí con ella el oficio de guionista, que es ahora mi manera de ganarme la vida y sobre todo, es un trabajo que me divierte. Yo no como ñoquis, dejo en el plato el borde de las empanadas y no miro tele pero trabajo para que otros la miren. Sí, lo confieso, soy un soldado del ejército de Satán!