Mi papá me contaba historias antes de dormirme. Una vez me contó que hacía mucho tiempo lo habían contratado para pintar el obelisco. Se había tenido que conseguir una escalera bien larga y como no le había alcanzado la pintura había tenido que pintar un lado de cada color. También me contó que una de las rocas del patio de mi abuela, se la había traído él de la luna.
Los domingos cuando voy a visitarlo, lo encuentro rodeado de diarios, como siempre, tomando un café con leche o un mate cocido. Le doy un abrazo y me siento a leer con él en silencio.
-Cumplo cuarenta y nueve años de laburo- me dijo hoy.
-Qué aguante…- le dije yo, y seguimos leyendo.