jueves, 11 de febrero de 2010

Arriba es mejor que abajo.

Cuando estamos en la parada, bajo el rayo del sol, y a nuestro alrededor todo se ve como refractado por el calor que sube del asfalto, y las monedas en el puño sudan, ver el número del colectivo que viene y comprobar que es el nuestro, es un alivio. Pero cuando vemos que el bondi sigue por el medio, y el colectivero, por más que saltemos al medio de la calle y agitemos el brazo, no nos para, nos indignamos hasta el infinito. ¡Si es su laburo frenar en la parada con gente! ¡No me hace un favor parándome! Colectivero del ort y la rep.. que lo parió!
Ahora, cuando estamos arriba del colectivo, ya sentados, del lado de la sombra, con el vientito que entra por la ventanilla pegándonos en la cara y vemos un pobre infeliz que en el medio de la calle agita el brazo y el colectivero no le para, interiormente agradecemos la rebeldía del conductor, sonreímos, miramos al que se queda puteando bajo el sol y decimos: ¡ahí te quedas, baboso!

Así que la supuesta indignación, a veces es sólo envidia encubierta!

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