martes, 8 de diciembre de 2009

Palabras mayores.

Hay libros que se leen de un saque, como “La soledad de los números primos” de Paolo Giordano. Que no complace nunca al lector, y por eso está bastante bueno. Y otros, que sólo se toleran de a sorbitos, espaciados, por su densidad, por su impacto, por todo lo que dispara cada simple combinación de palabras elegidas por el autor. Como “La manzana en la oscuridad” de Clarice Lispector, que no me alcanzó todo el año para terminarlo. Porque cada dos párrafos tengo que cerrarlo, y quedarme pensando, y después no quiero contaminar con más lectura esa sensación rara que me quedó.


“…Imaginad a una persona que era pequeña y no tenía fuerza. Ella en realidad sabía muy bien que toda su fuerza reunida, céntimo a céntimo, sólo sería suficiente para comprar un único acto de cólera.”


“…y es necesario mucho para que un héroe finalmente llore. Y cuando esto sucede es un espectáculo deprimente y repugnante que no soportamos sin sentirnos traicionados y ofendidos.”


Fragmentos de "La Manzana en la oscuridad" de Clarice Lispector, Editorial Siruela.

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