viernes, 25 de noviembre de 2011

Vivir para contarlo.

“Mi hijo se tiró un pedo!”. “Feliz con mi cafetera poronga!”. “El gasista me clavó y perdí toda la mañana!”…
Es un tema remanido y hasta retro observar el comportamiento de las personas en las redes sociales, además no se puede mirar de afuera estando adentro. Así que probablemente mi reflexión sea una batata. Pero últimamente tengo la sensación de que ahora se vive todo para contarlo, y que la experiencia de contarlo, de mostrarlo, es más importante que la experiencia de vivirlo.

Fui a un recital y la mitad de los espectadores con sus smartphones en alto grabando lo que pasaba para subirlo a su muro, en lugar de ver (vivir, disfrutar), grababan para contarlo, para mostrar a otros la experiencia que tuvieron (a medias porque se la pasaron grabando!).

En fin, terminé de leer “Los tipos duros no bailan” de Norman Mailer, es atroz, intenso, macabro y atrapante. Me puse a leer sobre él y me sentí identificada con algo que dijo en una entrevista (les debo la cita precisa):

“Conforme envejezco, me vuelvo cada vez más pesimista sobre la naturaleza humana. Creo que todos somos asesinos. Sabes, creo que todos tenemos dentro un asesinato y un suicidio. Y en la mayoría de las personas, al ser civilizadas, no sale a flote ninguno de ambos”.

Say no more!