“Estábamos en una cabaña muy atorranta, a unos cien metros del río. No me acuerdo si era Corrientes o Paraná. Era de noche y esperábamos en silencio, seguramente con un vaso de whisky en la mano. De pronto empezamos a oír como un galope a lo lejos… tucutúm tucutúm… pero el sonido venía del agua…
-Son los dorados que vienen bajando-, me dijo mi marido poniéndose la gorra y agarrando la caña para salir.”
A que nadie tiene una profesora de inglés de 87 años que cuenta esas anécdotas, que te prepara jugo de naranja con gin cuando llegás a clase un poco angustiada, y que te regala (fotocopiado del suyo) “Men without women” de Hemingway?
A que nadie tiene una profesora de inglés que te convida bananas a la jamaiquina o té de orégano, que un día te muestra el hermoso librito de Yoko Ono llamado Pomelo, y otro día la perturbadora obra de George Grosz y las fotos de Weegee?
Bueno, yo sí la tengo, y no se las presto!