lunes, 23 de noviembre de 2009

Aunque no lo veamos, el monstruo siempre está.

Cuando llegue ese día, tu sangre y mi llanto se mezclarán en el barro.
Tu boca inerte y tus ojos secos serán sólo eso.
Y reventaré tu corazón contra un muro.
Como una granada blanda cargada de pus.


Cubriré mi rostro por el hedor, y por la vergüenza.

Y cuando en mis entrañas empiece a trepar esa sombra severa, asfixiante y amarga, y esté ahogándome sin remedio, me vaciaré sobre tus restos, expulsando demonios.

Y tus huesos serán carcomidos por tu propio veneno.



Foto: Pablo Mekler.

2 comentarios:

Juan Santiago Lagos dijo...

Qué lindo, mi parte preferida es la del grano de pus. Geeez.

Maque Lagos dijo...

Dice granada, no grano, you moron!