lunes, 28 de enero de 2008

Le pone onda.

El que echa a rodar su bici apoyando primero el pie en el pedal que está de su lado para luego, y una vez en movimiento, revolear la otra pierna por encima del asiento y seguir andando. Me parece una acrobacia cotidiana modesta y noble, que requiere de equilibrio y arrojo, de determinación y bravura, y que hace de los carteros y afiladores, una raza de superheroes en potencia.
De los que reparten pizza en rollers, desafiando el tránsito con prepotencia y zigzagueando entre peatones y postes voy a hablar en una próxima entrada. (Me atrevo a decir que podrían formar el ejército de los malosos).

miércoles, 23 de enero de 2008

No me des moldes.

No hay manera de que pueda recordar un número telefónico si no lo agrupo en 4-xxx-xxxx si es fijo o en 15-x-xxx-xxxx si es celular. Si ese mismo número me lo dicen agrupado de otro modo, pongámosle 155-xx xx-xxx puedo decir que no lo conozco aunque sea el mío.
Y bueno, cada cual con su tara, che.

viernes, 18 de enero de 2008

"B" de "boicot".

Habrán notado que cuando nos deletrean algo por teléfono, sea un apellido, una dirección o un código de reserva, a continuación de la letra que nos dicen, agregan una palabra que empiece con esa letra para que no queden dudas.
Lo que me parece curioso es por qué todos eligen las mismas palabras, desde “B” de “bueno”, hasta “Q” de “queso”, pasando por “C” de “casa”. ¿Qué conexión intrínseca tendrán esas letras con esas palabras? ¿Es como en el Google, que cuantos más hits tiene una web más cerca del principio aparece en los resultados de una búsqueda?
Cuando a uno le toca estar del lado del que deletrea y dice “B” de “brasil” o de “bulimia” o de “botarate”, el interlocutor tarda un segundo extra en asimilar lo que escucha y hasta repregunta temeroso “B” de “bueno”?

Yo, como un humilde aporte a la promoción de la lengua voy a seguir resistiendo, voy a seguir quedando en ridículo, voy a completar el deletreo con otros vocablos y si es preciso, dejaré el diccionario al lado del teléfono para ir tachando los ya usados, y así será hasta hasta que me quede sin palabras. Súmense a mi cruzada para que “B” de “bueno” tenga los días contados.

domingo, 13 de enero de 2008

Claves para un mundo mejor.

Clave para el celular, clave para el correo electrónico de tres cuentas, clave para el contestador automático, clave para el cajero, clave para el acces banking, clave para las páginas con suscripción, clave para el stereo del auto, clave para el candado de la valija, clave para la cadena de la bici. Número de cliente para reclamos de servicios y para pedir helado (o empanadas!) con tanta clave que necesito recordar no puede ser que tenga un slot de mi memoria ocupado con el nombre del personaje secundario más pedorro de una serie de los 90´s. Heráclito.

martes, 8 de enero de 2008

Me acuerdo patente.

Ayer iban delante mío dos autos, uno con patente DAN y el otro con patente EVA, casi bíblico, por las dudas doblé. Con las patentes de los autos se pueden hacer muchos juegos. Uno de mis preferidos es pensar palabras que se puedan armar con las tres consonantes de la patente, por ejemplo, DLR 590, dólar-dolor-dealer, con SLD 696, salud-salado-salida-sueldo... La regla es que si tiene alguna vocal, el juego no se puede hacer (la regla es esa, punto). Si estás más afilado hasta se pueden hacer oraciones o frases juntando varias patentes de autos de alrededor (esto si está la barrera baja, o un colectivo atropelló a una viejecita y hay tránsito lento) dependiendo de nuestro nivel de misticismo del momento, podemos buscar en la frase final alguna señal del destino, alguna respuesta reveladora que eche lz sbr nstrs vds.
(cuando nos cansamos del jueguito, también se puede utilizar la patente para insultar a viva voz: Daaaale, EVA y la conch...)

domingo, 6 de enero de 2008

Por diez segundos de changüí.

Siguiendo en la tesitura de los dispositivos fuera de mercado, pienso que yo y muchas otras gentes nos veríamos sumamente beneficiadas si llegara a nuestras manos una versión mejorada de la chicharra paralizadora del Chapulín Colorado. No ya para dejar K.O al Cuajinais, ni para besar a nadie sin que se dé cuenta, sino para acortar la distancia entre las respuestas que damos y las respuestas correctas (o que hubiéramos querido dar). Por ejemplo:

Pregunta: Preferís pasillo o ventanilla?
Respuesta dada: es lo mismo.
Respuesta correcta: Ventanilla.
(Y nos toca sentarnos al lado de una señora que sufre de incontinencia, verbal y de esfínteres, que nos pide permiso para pasar al baño dieciocho veces.)

Pregunta: te pongo una ampolla para nutrirte con el lavado?
Respuesta dada: Bueno...
Respuesta correcta: No.
(La ampolla costaba lo mismo que el lavado, el corte y la tintura juntos.)

Pregunta: Paso el lunes a la mañana, vas a estar?
Respuesta dada: Sí.
Respuesta correcta: Sí, pero dígame a qué hora va a pasar así no estoy toda la mañana sin poder salir.
(Y el plomero llega a las 12:59 hs.)

Pregunta: pero vos querés que pase algo más?
Respuesta dada: No sé...
Respuesta correcta: Sí.
(Y después ya es tarde.)

Si tuviera esos diez segundos de ventaja evitaría tanta penuria y autoreproche... Y con la energía ahorrada hasta podría ponerme a inventar el scanner.
Igual los mejores ejemplos para ilustrar este post se me van a ocurrir cuando ya lo haya posteado!

sábado, 5 de enero de 2008

Cuál es la mía?

Llegará el día en que cada hogar tendrá su propio scanner para empanadas, portátil, sencillo y liviano con diseños exclusivos y también standards. Los más arriesgados premonizan que llegará incluso a decir en voz alta y clara el gusto de la empanada. “Queso y cebolla”, “Pollo con salsa blanca”, “Panceta y ciruela”... Así como el afinador nos indica la nota cuando hacemos vibrar la cuerda de la guitarra, así el scanner para empanadas nos develará el misterio que se esconde en el cálido interior de su masa horneada o souffle.